LA FRAGANCIA DEL AMOR
Por Rosa María Ordaz
* Somos exaltados y honrados con la bondad y el amor de los otros, cada uno al dar lo mejor de sí, dignifica al otro y a los demás ( P. Wadell)
Amor, palabra de múltiples connotaciones. Al realizarlo en su autentica dimensión pura y justa, el amor transforma todo lo que toca; alcanza e imprime en los seres humanos un sello en el alma, marca indeleblemente para bien su existencia.
La bondad y el amor tienen un poder de atracción inimaginable, una vez que se manifiesta a nuestras vidas por conducto de otros y experimentamos su nobleza y particularidades, comenzamos a sentir inclinación hacia éste tipo de atracción benévola; contemplando en su esencia misma a la bondad y al amor.
Analicemos otro ejemplo relacionado con las dignidades expresadas; el universo está lleno de amor, es un deleite a los sentidos. Admirar sus elementos representados en la belleza de una flor, el atardecer en el mar, el crepúsculo de la aurora, el primor de las estrellas, o, una buena acción humana de amor. Estas cosas y acciones con su principio afectivo cambian imperceptiblemente nuestro interior; innegable sería no aceptar la seducción de la hermosura de lo contemplado y recibido. Anhelamos que dicha belleza forme parte de nuestras vidas, deseamos vincularnos y entrelazar nos a esa perfección imperceptible, con la cual nos identificamos y equiparamos. Contemporáneamente el amor nos revela que le pertenecemos, es parte de nuestra identidad.
Una muestra sencilla de tal afirmación de identidad, es el caso de los enamorados, al descubrir esa personalidad que impacto sus vidas, algo de ambos cautivo su corazón calándolo profundamente, consolidándolo en la unión matrimonial. El resultado de esa estima y devoción entre las personas, conlleva a un cambio interior para siempre, debido a que ese Ser ha pasado a formar parte de nuestra necesidad e identidad, nos ha definido, auto referido a través de su esencia, tal efecto provoca la selectividad del sujeto hacia su preferencia, a, algo que para él es bueno o, lo mejor. Dicho fenómeno de transformación en las emociones que experimentamos, nos orienta a percibir que en la historia, algunas personas dejan huella muy honda en nuestra existencia; (Juan Pablo II, La Madre Teresa, Gandhi por nombrar algunos). Las evocamos con suspiro enternecedor, pues a causa de ellas fuimos alcanzados y afectados íntimamente, el dulce recuerdo de su amor permanece vivo en nuestro corazón, porque fuimos transformados, ennoblecidos con su bondad. Estimado lector Somos exaltados y honrados con la bondad de los otros, cada uno al dar lo mejor de sí, dignifica al otro y los a los demás las acciones virtuosas del hombre, como lo describí anteriormente son parte integral de nuestra persona, nos llena de riqueza humana. El aroma del amor marca y transforma nuestras vidas. Lo invito a amar y donarse continuamente con la fragancia pura de este amor.