EL DISCURSO DEL REY, EL PODER DE LA PALABRA

(Por Rosamaría Ordaz)

*El lenguaje es la expresión de nosotros mismos, es un espejo del alma. (Jutta Burgratt )

“El discurso del rey”, una de las películas más galardonadas del séptimo arte por las academias y críticos de las artes cinematográficas. 12 nominaciones al Oscar, ganó cuatro, incluyendo  Mejor Director, Mejor Película, Mejor Actor.  Nominada a 14 premios Bafta (British Academy of Film and Televisión Arts) de los cuales consiguió siete. Aclamada a siete Globos de Oro (Golden Gglobs Awards) galardones concedidos por la prensa extranjera acreditada en Hollywood. Título original  de la cinta “The King s Speech”, país, Reino Unido, género, histórico dramático, dirigida por Tom Hooper, presupuesto 15 millones de dólares. Recaudo más de 244 923 859 millones de dólares. Actor protagónico Colin Firth.

“El Discurso del Rey” muestra la frustración, miedo e impotencia para hablar en publico del rey Jorge VI de Inglaterra, debido a su problema de tartamudez, dificultad que evidencia toda la vulnerabilidad interior del hombre más poderoso de Reino Unido. El orgullo y necedad del gobernante sumado a su muy baja autoestima, delatan su incapacidad  para lograr vencer uno de los principales obstáculos de índole psicológico  a los que se enfrenta el monarca, la inseguridad de su persona; limitación que le impide descubrir el enorme potencial humano que posee sumado a un temple de acero para comandar su nación hacía el más grande desafío, enfrentar al enemigo número uno de la historia  Hitler.

El discurso del rey ratifica cuan divina, importante y trascendental son nuestras palabras, lo maravilloso del don del habla, del comunicar y comunicarnos a través de nuestros labios. Vivimos habituados a hablar, es algo tan sencillo o común en cada uno de nosotros, pero como personas y humanidad hemos perdido la capacidad y el asombro de la gratitud por el regalo de la expresión verbal. Lo más grave aún, es darnos cuenta que estamos en deuda con el dador de la habilidad, porque hemos malgastado tal preciosura, casi siempre estropeamos con nuestras palabras a lo más prodigioso y admirable de la creación “el hombre” creado a imagen y semejanza de un Ser Supremo. “Herimos más a los que más amamos”. Con las palabras odiamos y amamos, construimos o destruimos, herimos o curamos, ellas tienen vida maldicen o bendicen. Hoy en día lamentablemente es triste percatarnos que no profundizamos ni reflexionamos con conocimiento de causa  el sentido de lo que decimos; no estamos conscientes del poder que tiene la palabra y hasta donde la ésta puede ser eterna en el bien decir bendecir o el mal decir maldecir. Hablamos sin propiedad, ni asertividad intelectiva carecemos de estas profundísimas virtudes, que afirman nuestro verdadero linaje ético.

“El discurso del Rey” me sensibilizo a realizar un análisis, acerca del intrínseco mensaje  que transmite el protagonista de la cinta. Si logramos ver y escuchar, con nuestros sentidos espirituales la realidad esplendorosa oculta en uno de los más significativos defectos del rey, transformado después en el discurso esperanzador que  anima a su gente a creer en ellos, a confiar en la nobleza de su patria, a reafirmarles su magnanimidad como seres humanos. Misma que el excéntrico terapeuta Lionel Logue (Geoffrey Rush) el cual hace hablar al rey en la película, le fortalece de manera gratificante y bondadosa a Jorge VI su enorme potencial humano, valía oculto en su memoria, aniquilado por las palabras hirientes y torturas emocionales, recibidas desde niño por quienes estuvieron a cargo de la formación del monarca.

Una de las mentes más brillantes de la psiquiatría, el doctor Ricardo Castañón neuropsicofisiológico, especializado en medicina psicosomática en Europa, confirmó:

 – cuando recordamos palabras o situaciones que nos han ofendido o herido, en ese momento reproducimos las escenas como si las viviésemos nuevamente en el ahora, nos lastimamos a nosotros mismos con la representación que hacemos de las situaciones experimentadas. Las heridas a nivel neural están ahí infligiéndonos con el dardo del poder de la palabra destructiva; convirtiéndonos en las personas más vulnerables e inseguras – 

Es irónico ver a un hombre sufrir desesperadamente porque no puede pronunciar expresiones que den confianza a su país, consecuencia de su tartamudez vislumbrada a un problema de índole psicológico, resultado y efecto de los mensajes hirientes que recibió. Mientras comúnmente las personas malgastan su lenguaje destruyendo con las palabras.  Las palabras son un reflejo de nuestro mundo interior, muestran el linaje ético al cual pertenecemos. La boca habla de lo que está lleno el corazón. Dignifiquemos a los demás y a nosotros mismos con nuestro hablar.

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