(Por Rosa María Ordaz)
*Las mujeres más poderosas, auténticas revolucionarias e influyentes de la humanidad; cambiaron al mundo con su humildad, la oración, el amor, la paz. Ellas nos hacen resurgir cada día, como una rosa en plenitud que destila el perfume de nuestra legítima grandeza y elegancia de ser mujer.
Los genuinos líderes se transforman a sí mismos, a través de su filosofía de vida, fundamentada en la fuerza de sus valores, cristalizados en virtudes; culminados en la riqueza de sus propias experiencias. Describiré a las mujeres más sabias e influyentes de la historia, a las cuales el sello del amor, las colocó en la cima de esferas engrandecidas en el ámbito político e intelectual del mundo. Con discreta audacia; desafiaron, imperios, reinados, principados, monarquías, parlamentos etc.
Quiero hacer un homenaje a las figuras femeninas que cambiaron la historia, cuyo calibre de grandeza dejo una huella eterna en la humanidad, su trascendencia, ejemplo e inspiración, arrebata; enamora a imitarlas. El nivel intelectual de estas mujeres, las condecoró con el título de doctoras en sus escenarios, el máximo galardón de gracia, virtudes e inteligencia. Su fuerza verbal las convirtió en grandes comunicadoras, la hermosura de los preceptos de Dios conquisto sus almas. Mujeres de autoridad asertiva, de visión eterna, transformadoras de vidas. Visionarias, adelantadas a su tiempo, contexto sociocultural y religioso. Conquistadoras, revolucionarias con la oración, la humildad, el amor. Conferencistas, escritoras, predicadoras, fundadoras, madres, esposas. Líderes femeninas apasionadas por la verdad, la grandeza del Ser, la salvación de las almas. Ellas cambiaron el pensamiento de los hombres más poderosos de la historia. Reformadoras, siempre actuales, de potestad y soberanía indiscutible: rectitud, pureza de intención, claridad de palabra, vidas congruentes,
Algunas de ellas se les nombro patronas de Europa. Almas magnánimas en la misericordia, el perdón. Excelentísimos modelos femeninos intelectuales y espirituales, sus obras nos hacen resurgir a nosotras cada día, como una rosa en plenitud que destila el perfume de nuestra genuina elegancia de ser mujer. El amor de Jesucristo en sus corazones evito que el dolor, la injusticia de su entorno, del destino, les arrancase su majestuosa identidad y su preciosa verdad.
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(Por Rosa María Ordaz)